
La palabra diezmo procede del vocablo latino
decimus y está vinculado a un décimo (la décima parte de algo). El concepto se
utilizaba para nombrar al derecho del 10% que un rey exigía sobre el valor de
las mercaderías que entraban a su reino o que se traficaban desde sus puertos.
Es por lo tanto un impuesto del diez por ciento que se debía satisfacer a
diferentes estamentos, tales como, antiguas repúblicas, monarquías, señoríos, o
a la «planta eclesiástica» vinculada a estos, que se abonaba en razón de
obtener alguna contra-prestación o utilidad como «contribuyente», razón que fue
diversificada durante las respectivas épocas.
En este artículo de El País, podemos observar
como una pareja de campesinos en pleno siglo XXI continúa pagando el diezmo
propio de la Edad Media. Tras dos siglos de aprendizaje y errores, el diezmo,
como afirma el artículo anterior, se sigue pagando en algunos casos donde las
tierras trabajadas siguen siendo propiedad de la Iglesia. Este es el caso de la
familia de A Coruña que nos ocupa, que tras haberse eliminado el objetivo por
el que pagaban este impuesto, la fundación eclesiástica encargada de esas
tierras les reclamo 10 años de "deudas", cosa que nos puede parecer
absolutamente absurdo hoy en día. Varias leyes pasaron a obligar que no se
pagasen este tipo de impuestos, y en el caso de que estas tierras pertenecieran
a la Iglesia deberían de haber sido devueltas o bien compradas por los
arrendados.
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