Lo que
diferencia principalmente una dictadura de una democracia es que en la
democracia, si el pueblo no aprueba las políticas de su gobernante, tiene la
posibilidad de elegir a otro gobernante en las elecciones que se celebran
periódicamente. Muchos son los países que gozan de este sistema político, pero
en otro tanto, esta democracia en verdad vive debajo de un sistema autoritario
encubierto, hablamos así de las “falsas democracias”.
Podemos
hablar de dictaduras encubiertas en el caso de estados que supuestamente son
democracias porque celebran elecciones periódicamente, pero el gobierno se
garantiza que en cualquier caso volverá a ser elegido perpetuamente. Para ello,
el gobierno tiene que seguir alguno de los siguientes pasos:
1.
Controlar los medios de comunicación, de manera
que la realidad percibida por los ciudadanos esté distorsionada, promoviendo
ideas a favor del gobierno, y así sus ciudadanos perciban que el gobierno
actual está protegiendo de manera óptima sus intereses.
2.
Eliminar o desacreditar la oposición. Esto se
puede conseguir mediante el paso anterior, es decir, controlando los medios de
comunicación.
3.
Manipular
los procesos electorales.
Existen
muchos países que se declaran democráticos, ya que periódicamente permite que
el pueblo elija a sus dirigentes, pero que son muy sospechosos de realizar
prácticas como las anteriores. Un caso muy evidente y de total actualidad es el
de Venezuela.
Actualmente,
ningún continente se salva de la presencia de esta “democracia encubierta”;
así, países como Venezuela, Rusia, Irán o Bielorrusia tienen algo en común con
otros países como Túnez o Egipto, ambos de plena actualidad. Las recientes
revueltas populares en Túnez y Egipto dejan al descubierto el descontento de la
ciudadanía de estos países, enseñándonos a mirar desde Occidente más allá de lo
que dice la diplomacia que los “representa”.
Las revueltas de estos países no son una excepción en el conjunto
global, no son los únicos países que esconden tendencias autoritarias tras una
imagen internacional de supuesta democracia; tras cortinas como las elecciones
o la supuesta separación de poderes, se encuentran sistemas que de democráticos
tienen lo mínimo.

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